Un laberinto es un rito ancestral que propicia la meditación. El círculo, es símbolo de unidad y totalidad; el espiral, es símbolo de transformación y crecimiento.
Caminar el laberinto hacia dentro facilita la limpieza y aquietamiento de la mente. El espacio central es un lugar de meditación y contemplación para permanecer receptivos a las bendiciones del silencio. El camino hacia fuera, conduce a la integración de la creatividad y poder amoroso del alma en el mundo.
Se afirma que si el laberinto se recorre con la mente y el corazón abiertos, se convierte en un espejo que responde las preguntas acerca de quiénes somos y donde estamos en nuestras vidas.
Para empezar es necesario tomarse un instante, respirar profundo y clarificar una intención. Ser consciente y abrirse a todo lo que suceda.
Este laberinto es un homenaje a un gran amigo espiritual David Monastirsky y fue construido para la unión en el amor de Hudryk y Luciana.